Construir el sistema de salud que soñamos requiere la integración armónica de una serie de factores. Indudablemente estarán una atención primaria suficiente y resolutiva, servicios hospitalarios y conexos con éste como la atención domiciliaria, servicios de apoyo diagnóstico y otros complementarios sobre los cuales se habla de forma recurrente y frecuente. Sin embargo, menos se habla de la necesidad de que el médico se integre a un equipo de trabajo responsable de la salud de un individuo o comunidad. Para decirlo de una forma provocativa como en el título del artículo: es necesario persuadir al médico para que deje atrás el perfil de “súper héroe” o de “llanero solitario” que alcanza sus metas de manera individual y que éste crea un poco más en el trabajo en equipo.
Desde que comienza su formación académica, es frecuente que el médico interiorice que para transcender en el mundo de la medicina debe demostrar suficiencia en sus conocimientos científicos de manera competitiva frente a los colegas, a la vez que exponer confiadamente sus habilidades y destrezas en la aplicación de técnicas sobre los casos que le son confiados. Le resulta difícil incluso enfrentar sus errores pues le ha sido inculcada la responsabilidad de tener una respuesta adecuada y resolver todas las situaciones que se le consultan, de forma segura. En otras palabras, puede llegar a tener la convicción de que puede trabajar sin la ayuda de nadie más.
Haciendo alusión a un artículo que publicó recientemente la revista MD, cuyo título es “10 razones por las cuales los médicos no se compenetran con sus colegas”, se señala que el médico del ejemplo actúa de manera territorial evitando a toda costa la vulneración de su territorio o área de influencia, incluso en una actitud defensiva como si de su propiedad se tratase.
“Piensa y siente que los costos de llevarse bien con los demás no les aportará mayores beneficios que los que les deja la relación directa con sus pacientes”, explica Arlen Meyers, autor de este artículo.
Paradójicamente, la Declaración de Ginebra de la Asociación Médica Mundial- AMM- expresa: “Prometo considerar como hermanos a mis colegas”, indicando que los médicos deberían sentirse y actuar como una familia, más allá de considerar al compañero de trabajo como un “amigo”.
Michael Jordan, quizás el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, dijo: “El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia logran campeonatos”. En ese sentido, “Magic” Johnson, otro gran deportista, opinó: “No te preguntes qué puede hacer el equipo por ti. Pregunta qué puedes hacer tú por él”. Quienes han logrado la gloria a través del trabajo en equipo, nos dan de esta forma varias lecciones.
La lucha por tener un sistema de salud robusto pasa, entre otras cosas, porque el médico encuentre, por ejemplo, apoyo adecuado y armónico en la enfermera o el especialista con quienes comparte responsabilidad frente a un caso o individuo en particular. Sin embargo, también es necesario exigir de quienes se encargan de definir los modelos de atención que su diseño se centre en el paciente y su familia, más que en una estructura destinada a perpetuar la figura de los llaneros solitarios y los superhéroes. De no hacerse así, será fácil culpar al médico y demás integrantes del equipo de salud de las fallas en los resultados alcanzados, como lamentablemente sucede con más frecuencia de la esperada.
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